El
movimiento de oposición a la imposición encabezado por los estudiantes
del YoSoy132 que tanto molesta a las “buenas conciencias” (ultra)
conservadoras de “lo correctamente político” nuevamente se puso en
marcha el jueves y viernes pasado en la ciudad de México cuando los
jóvenes indignados hicieron un cerco simbólico y pacífico durante 24
horas a las instalaciones de Televisa para protestar por el papel
abiertamente manipulador de este grupo empresarial a favor del hoy
“presidente electo”, el priista Enrique Peña Nieto.
Miles de ciudadanos estuvieron coreando consignas como “No al PRI”,
“México sin PRI” y “Queremos escuelas, no telenovelas”; además de leerse
un escrito denunciando la complicidad entre Televisa y el PRI se
reivindicó la democratización de los medios. Esta acción es resultado de
los acuerdos de la Convención Nacional contra la Imposición celebrada
en Atenco, que fueron aprobados democráticamente por las asambleas del
YoSoy132.
Hay que decirlo claramente, son los propios muchachos quienes están
decidiendo estas acciones y no son manipulados por nadie, como pretenden
denostar sus críticos que ven signos de revuelta por todos lados, de
revuelta injustificada porque para este pensamiento liberal-conservador
nunca se justifica nada de todo aquello que vaya en contra de la “paz
social”.
Hace más de siglo y medio que sabemos que “Las ideas dominantes en
cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase
dominante”. Este planteamiento crítico-radical proveniente del marxismo
original sigue totalmente vigente y se puede demostrar fehacientemente
con el papel que juegan, por ejemplo, los medios de comunicación de
masas. La creciente multiplicidad de formas de conciencia social en
nuestra época es extraordinariamente compleja y en su mayoría contribuye
a un proceso de alienación social donde los individuos en cuanto tales
pierden noción de su propia condición como sujeto social consciente de
su realidad.
En tal sentido, existen múltiples mecanismos de enajenación donde el
individuo es extraño a sí mismo y se encuentra encerrado en un mundo de
ideas determinadas socialmente por los grupos dominantes. Aparte de la
religión misma, con sus mutaciones históricas contemporizadas, hoy día
la televisión, su contenido ideológico-cultural, juega desde hace
décadas un papel extraordinariamente enajenante al construir un
imaginario social acorde a los intereses económicos, sociales,
educativo-culturales y políticos de los grupos detentadores del poder y
del dinero.
Por ende, no es nada descabellado presuponer que la televisión en
México, especialmente la comercial como el duopolio Televisa-TVAzteca,
ha venido forjando en el imaginario social de las grandes masas una
percepción falseada de la realidad concreta nacional, en este caso de
naturaleza política-electoral. La construcción de una falsa conciencia
es una construcción histórica compleja hacia un pensamiento
unidimensional, hacia un pensamiento único proclive a las elites
oligárquicas criollas y foráneas.
Sobre esto se ha escrito demasiado, desde el pensamiento
crítico-radical en la que podemos incluir hasta cierto punto al francés
Pierre Bourdieu, pasando por el análisis de Manuel Castells
(Comunicación y Poder), hasta el pensamiento liberal-crítico al estilo
de Giovanni Sartori con sus ensayos sobre el Homo videns (la sociedad
teledirigida), haciendo una crítica a la actual sociedad multimedia,
donde el abrumador dominio de la imagen sobre la palabra escrita está
transformando al ser humano, u homo sapiens , en un homo videns :
alguien para el que toda recepción de información está basada
primordialmente en imágenes, lo que conlleva una serie de peligros.
Esta demostrado el papel de la televisión en la política con el
proceso electoral estadounidense en 1960 entre los contendientes Kennedy
y Nixon. En los tres debates televisados sacó ventaja inicial Kennedy,
que a la postre influyó en su victoria presidencial y en la que hubo
sospechas de fraude. Desde entonces, los emporios televisivos se han
constituido en uno de los grandes poderes fácticos en todo el mundo.
En México el periodista Ricardo Alemán ha señalado críticamente el
creciente papel de la televisión en los procesos electorales más
recientes: “De ser el más fuerte dique contra la democracia, la
alternancia y las elecciones creíbles –vergonzoso papel que jugó en la
elección de 1988–, la televisión se convirtió en un actor central y
factor decisivo en los comicios de 1994 y 2000, para llegar a 2006 como
el verdadero y único poder que da y quita, que decide quién es o no el
presidente de los mexicanos… La televisión pasó de ser un medio marginal
en los procesos electorales, de ser un instrumento de comunicación de y
para el control político-electoral del partido en el poder, el PRI,
hasta convertirse en el poder real, por encima de los partidos políticos
y los poderes del Estado mexicano.
“De ser un ‘soldado’ del PRI y del presidente en turno, la televisión
mexicana, y sobre todo Televisa –que nació, creció y se fortaleció al
amparo de los regímenes corruptos, antidemocráticos y caciquiles del
viejo PRI–, hoy es el verdadero cacique del poder público en México. Si
ayer la televisión privada servía al poder hegemónico del PRI y estaba
al servicio de los presidentes en turno, 17 años después el poder
público y el cargo de presidente de la República están en manos de la
televisión privada, sea Televisa o Televisión Azteca… un poder capaz de
mover las conciencias y las manos de los electores… Pero al mismo tiempo
los poderosos concesionarios de la televisión entendieron que tenían en
las manos el poder real, aquel que da y quita, que mueve las
conciencias, que dirige las voluntades, que hace crecer o que destruye a
un político, a un aspirante a un puesto de elección popular.”
Eso explica, entre otras cosas, por qué los jóvenes y estudiantes
críticos juzgan a Televisa como un aparato ideológico de manipulación
electoral convertida en una pieza estratégica dentro de las formas de
dominación social.
Román Munguía HuatoFUENTE: http://www.librered.net/?p=20005
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