Algunas de ellas hablan claramente de un oscuro poder en la sombra que gobierna a nuestros mandatarios y de como han caído bajo el poder de la banca
Pese a que la figura de Juan de Jerusalén parece desconocida en los tiempos actuales, cuando escuchéis el siguiente videoprograma os impresionarán la exactitud de aquellas profecías que le fueron reveladas.
Las Profecías de Juan de Jerusalén.
Veo y conozco.
Mis ojos descubren en el cielo lo que será, y
atravieso el tiempo de un solo paso. Una mano me guía hacia lo que ni
veis ni conocéis. Mil años habrán pasado y Jerusalén ya no será la
ciudad de los cruzados de Cristo. La arena habrá enterrado bajo sus
granos las murallas de nuestros castillos, nuestras armaduras y nuestros
huesos. Habrá sofocado nuestras voces y nuestras
plegarias.
plegarias.
Los cristianos venidos de lejos en
peregrinación, allí donde estaban sus derechos y su ley, no osarán
acercarse al sepulcro y a las reliquias si no es escoltado por los
caballeros judíos, que tendrán aquí, como si Cristo no hubiera sufrido
en la cruz, su Reino y su Templo. Los infieles serán una multitud
innumerable que se extenderá por todas partes y su fe resonará como un
tambor de un confín al otro de la tierra.
Veo la inmensidad de la tierra. Continentes
que Herodoto no nombró sino en sueños se añadirán más allá de los
grandes bosques de los que habla Tácito y en el lejano final de mares
ilimitados que empiezan después de las columnas de Hércules.
Mil años habrán pasado desde el tiempo en que
vivimos, y los fondos de todo el mundo se habrán en grandes reinos y
vastos imperios. Guerras tan numerosas como las mallas de la cota que
llevan los caballeros de la orden se entrelazaran, desharán los reinos y
los imperios y tejerán otros. Y los siervos, los villanos, los pobres
sin hogar se sublevaran mil veces, harán
arder las cosechas, los castillos y las villas, hasta que se les queme vivos y se obligue a los supervivientes a volver a sus cubiles, Se habrán creído reyes.
arder las cosechas, los castillos y las villas, hasta que se les queme vivos y se obligue a los supervivientes a volver a sus cubiles, Se habrán creído reyes.
Mil años habrán pasado y el hombre habrá
conquistado el fondo de los mares y de los cielos, y será como una
estrella en el firmamento. Habrá adquirido el poder del sol y se creerá
dios, construyendo sobre la inmensidad de la tierra mil torres de babel.
Habrá edificado muros sobre las ruinas de los que levantaron los
emperadores de Roma y éstos separarán una vez más las legiones de las
tribus bárbaras.
Más allá de los grandes bosques habrá un
imperio. Cuando caigan los muros, el imperio no será más que agua
cenagosa. Las gentes se mezclarán una vez más. Entonces empezará el año
mil que sigue al año mil.
Veo y conozco lo que será. Soy el escriba.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hombre estará frente a la entrada sombría de un laberinto oscuro. Y
al fondo de esa noche en la que va a internarse, veo los ojos del
Minotauro. Guárdate de su furor cruel, tú que vivirás en el año mil que
sigue al año mil.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil.
El oro estará en la sangre. El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; La espada defenderá la serpiente. Pero el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra y los hijos de los hijos se convertirán en la nube ardiente; ellos alcanzarán los viejos estandartes.
El oro estará en la sangre. El que contemple el cielo contará denarios; el que entre en el templo encontrará mercaderes; los mandatarios serán cambistas y usureros; La espada defenderá la serpiente. Pero el fuego será latente, todas las ciudades serán Sodoma y Gomorra y los hijos de los hijos se convertirán en la nube ardiente; ellos alcanzarán los viejos estandartes.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hombre habrá poblado los cielos y la tierra y los mares con sus
criaturas; mandará, pretenderá los poderes de Dios, no conocerá límite.
Pero todas las cosas se sublevarán; titubeará como un rey borracho;
galopará como un caballero ciego y a golpes de espuela internará a su
montura en el bosque; al final del camino estará el abismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
se erigirán torres de Babel en todos los puntos de la tierra, en Roma y
en Bizancio; los campos se vaciarán; no habrá más ley que mirar por uno
mismo y por los propios. Pero los bárbaros estarán en la ciudad; ya no
habrá pan para todos y los juegos no serán suficientes; entonces, las
gentes sin futuro provocarán grandes
incendios.
incendios.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hambre oprimirá el vientre de tantos hombres y el frío aterirá
tantas manos, que estos querrán ver otro mundo y vendrán mercaderes de
ilusiones que ofrecerán el veneno. Pero éste destruirá los cuerpos y
pudrirá las almas; y aquellos que hayan mezclado el veneno con su sangre
serán como bestias salvajes cogidas en una trampa, y matarán y violarán
y despojarán y robarán, y la vida será un Apocalipsis cotidiano.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
todos intentarán disfrutar tanto como puedan; el hombre repudiará a su
esposa tantas veces como se case y la mujer irá por los caminos umbríos
tomando al que le plazca, dando a luz sin poner el nombre del padre.
Pero ningún maestro guiará al niño y cada uno estará solo entre los
demás; la tradición se perderá; la ley será olvidada como si no se
hubiera anunciado y el hombre volverá a ser salvaje.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el padre buscará el placer en su hija, el hombre en el hombre, la mujer
en la mujer, el viejo en el niño impúber, y eso será a los ojos de
todos. Pero la sangre se hará impura; el mal se extenderá de lecho en
lecho; el cuerpo acogerá todas las podredumbres de la tierra, los
rostros serán consumidos, los miembros, descarnados; el amor será una
peligrosa amenaza para aquellos que se conozcan sólo por la carne.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
aquel que hable de promesas y de ley no será oído; el que predique la
fe de Cristo perderá su voz en el desierto. Pero por todas partes se
extenderán las aguas poderosas de las religiones infieles;
falsos mesías reunirán a los hombres ciegos. Y el infiel armado será
como nunca había sido; hablará de justicia y de derecho,
y su fe será de sangre y fuego; se vengará de la cruzada.
y su fe será de sangre y fuego; se vengará de la cruzada.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el fragor de la muerte provocada avanzará como la tormenta sobre la
tierra; los bárbaros se mezclarán con los soldados de las últimas
legiones; los infieles vivirán en el corazón de las ciudades santas;
todos serán, por turnos, bárbaros, infieles y salvajes. No habrá órdenes
ni normas; el odio se extenderá como la llama en el bosque seco; los
bárbaros masacrarán a los soldados; los infieles degollarán a los
creyentes; el salvajismo será cosa de cada uno y de todos, y las
ciudades morirán.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los hombres se juzgarán entre ellos según sean su sangre y su fe; nadie
escuchará el corazón sufriente de los niños; se les echará del nido
como los pájaros a sus crías; y nadie podrá protegerlos de la mano
armada con guantelete. El odio inundará las tierras que se creían
pacificadas. Y nadie se librará, ni los viejos ni los heridos; las casas
serán destruidas o robadas; los unos se apoderarán del lugar de los
otros; todos cerrarán los ojos para no ver a las mujeres violadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
todos sabrán lo que ocurre en todos los lugares de la tierra: se verá
al niño cuyos huesos están marcados en la piel y al que tiene los ojos
cubiertos de moscas, Y al que se da caza como a las ratas. Pero el
hombre que lo vea volverá la cabeza, pues no se preocupará sino de sí
mismo; dará un puñado de granos como limosna, mientras que el dormirá
sobre sacos llenos. Y lo que dé con una mano recogerá con la otra.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hombre comerciará con todo; todas las cosas tendrán precio, el
árbol, el agua y el animal; nada más será realmente dado y todo será
vendido. Pero el hombre entonces no valdrá más que su peso en carne; se
comerciará con su cuerpo como los canales de ganado; tomarán su ojo y su
corazón; nada será sagrado, ni su
vida ni su alma; se disputarán sus despojos y su sangre como si se tratara de una carroña.
vida ni su alma; se disputarán sus despojos y su sangre como si se tratara de una carroña.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hombre habrá cambiado la faz de la tierra; se proclamará el señor y
el soberano de los bosques y de las manadas; habrá surcado el sol y el
cielo y trazará caminos en los ríos y en los mares. Pero la tierra
estará desnuda y será estéril, el aire quemará y el agua será fétida; la
vida se marchitará porque el hombre agotará las
riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo en el odio de sí mismo.
riquezas del mundo. Y el hombre estará solo como un lobo en el odio de sí mismo.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los niños también serán vendidos; algunos se servirán de ellos como de
muñecos para disfrutar de su piel joven; otros los tratarán como a
animales serviles. Se olvidará la debilidad sagrada del niño y su
ministerio; será como un potro que se doma, como un cordero que se
sangra, que se sacrifica. Y el hombre no será más que barbarie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
la mirada y el espíritu de los hombres serán prisioneros; estarán
ebrios y no lo sabrán; tomarán las imágenes y los reflejos por la verdad
del mundo; se hará con ellos lo que se hace con un cordero. Entonces
vendrán los carniceros; los rapaces los agruparán en rebaños para
guiarlos hacia el abismo y levantar a los unos
contra los otros; se les matará para tomar su lana y su piel y el hombre que sobreviva será despojado de su alma.
contra los otros; se les matará para tomar su lana y su piel y el hombre que sobreviva será despojado de su alma.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil, reinarán los soberanos sin fe; mandarán sobre multitudes humanas inocentes y pasivas; esconderán sus rostros y guardarán en secreto su nombre y sus fortalezas estarán perdidas en los bosques. Pero ellos decidirán la suerte de todo y de todos; nadie participará en las asambleas de su orden; todos serán siervos pero se creerán hombres libres y caballeros; sólo se levantarán los de las ciudades salvajes y las creencias heréticas, pero también serán vencidos y quemados vivos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los hombres serán tan numerosos sobre la tierra que parecerán un
hormiguero en el que alguien clavara un bastón; se moverán inquietos y
la muerte los aplastará con el talón como a insectos enloquecidos.
Grandes movimientos los enfrentarán unos contra otros; las pieles
oscuras se mezclarán con las pieles blancas; la fe de Cristo con la del
infiel; algunos predicarán la paz concertada pero por todo el mundo
habrá guerras de tribus enemigas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los hombres querrán franquear las murallas; la madre tendrá el pelo
gris de una vieja; el camino de la naturaleza será abandonado y las
familias serán como granos separados que nada puede unir. Será, pues,
otro mundo; todos errarán sin vínculos, como los caballos desbocados
corriendo en todas direcciones sin guía; desgraciado del caballero que
cabalgue esa montura; carecerá de estribos y se precipitará en la zanja.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los hombres no confiarán en la ley de Dios, sino que querrán guiar su
vida como a una montura; querrán elegir a sus hijos en el vientre de sus
mujeres y matarán a aquellos que no deseen. Pero ¿qué será de estos
hombres que se creen Dios? Los poderosos se apropiarán de las mejores
tierras y las mujeres más bellas; los pobres y los débiles serán ganado;
los poblachos se convertirán en plazas fuertes; el miedo invadirá los
corazones como un veneno.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
habrá surgido un orden negro y secreto; su ley será el odio y su arma,
el veneno; deseará siempre más oro y se extenderá su reino por toda la
tierra, y sus servidores estarán unidos entre ellos por un beso de
sangre. Los hombres justos y los débiles acatarán su regla. Los
poderosos se pondrán a sus servicios. La única ley será la que dicte en
las sombras; venderá el veneno aun dentro de las iglesias. Y el mundo
avanzará con ese escorpión bajo el pie.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
muchos hombres permanecerán sentados con los brazos cruzados, se irán
sin saber adónde, con los ojos vacíos, pues no tendrán forja en la que
batir el metal, ni campo que cultivar. Serán como la simiente que no
puede echar raíces. Errantes y empobrecidos; los más jóvenes y los más
viejos, a menudo sin hogar. Su única salvación será la guerra y
combatirán entre ellos, y odiarán su vida.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
las enfermedades del agua, del cielo y de la tierra atacarán al hombre y
le amenazarán; querrá hacer nacer lo que ha destruido y proteger su
entorno; tendrá miedo de los días futuros. Pero será demasiado tarde; el
desierto devorará la tierra y el agua será cada vez más profunda, y
algunos días se desbordará, llevándose todo por delante como un diluvio,
y al día siguiente la tierra carecerá de ella y el aire consumirá los
cuerpos más débiles.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
la tierra temblará en muchos lugares y las ciudades se hundirán; todo
lo que se haya construido sin escuchar a los sabios será amenazado y
destruido; el lodo hundirá los pueblos y el suelo se abrirá bajo los
palacios. El hombre se obstinará porque el orgullo es su locura; no
escuchará las advertencias repetidas de la tierra, pero el incendio
destruirá las nuevas Romas y, entre los escombros acumulados, los pobres
y los bárbaros, a pesar de las legiones, saquearán las riquezas
abandonadas.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el sol quemará la tierra; el aire ya no será velo que protege del
fuego. No será más que una cortina agujereada y la luz ardiente
consumirá las pieles y los ojos. El mar se alzará como agua enfurecida;
las ciudades y las riberas quedarán inundadas y continentes enteros
desaparecerán; los hombres se refugiarán en las alturas y olvidando lo
ocurrido, iniciarán la reconstrucción.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los hombres sabrán hacer realidad los espejismos; los sentidos serán
engañados y creerán tocar lo que no existe; seguirán caminos que solo
los ojos verán y el sueño podrá hacerse realidad. Pero el hombre ya no
sabrá distinguir entre lo que es y lo que no es. Se perderá en falsos
laberintos; los que consigan dar vida a los
espejismos se burlarán del hombre pueril, engañándole. Y muchos hombres se convertirán en perros rastreros.
espejismos se burlarán del hombre pueril, engañándole. Y muchos hombres se convertirán en perros rastreros.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
los animales que Noé embarcó en su arca no serán, entre las manos del
hombre, más que bestias transformadas según su voluntad; y, ¿quién se
preocupará de su sufrimiento vital? El hombre habrá hecho de cada animal
lo que habrá querido. Y habrá destruido numerosas especies. ¿En qué se
habrá convertido el hombre que haya cambiado las leyes de la vida, que
haya hecho del animal vivo pella de arcilla? ¿Será el igual de Dios o el
hijo del diablo?
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
se deberá temer por hijo del hombre; el veneno y la desesperación le
acecharán; no se le habrá deseado más que por uno mismo, no por él o por
el mundo; será acosado por el placer y a veces venderá su cuerpo. Pero
incluso el que sea protegido por los suyos estará en peligro de tener el
espíritu muerto; vivirá en el juego y en el espejismo. ¿Quién le guiará
cuando no tenga maestros? Nadie le habrá enseñado a esperar y a actuar.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
el hombre se creerá Dios, aunque no habrá progresado nada desde su
nacimiento. Atacará vencido por la ira y por los celos. Y su brazo
estará armado con el poder del que se habrá adueñado; Prometeo cegado
podrá destruirlo todo a su alrededor. Será un enano de alma y tendrá la
fuerza de un gigante; avanzará a pasos inmensos pero no sabrá que
camino tomar. Su cabeza estará cargada de saber pero ya no sabrá porque
vive o porque muere será, como siempre, el loco que gesticula o el niño
que gime.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
regiones enteras serán botines de guerra. Más allá de los límites
romanos e incluso en el antigua territorio del imperio; los hombres de
las mismas ciudades se degollarán; aquí habrá guerra entre tribus y
allá, entre creyentes. Los judíos y los hijos de Alá no dejarán de
enfrentarse y la tierra de Cristo será su campo
de batalla; pero los fieles querrán defender en todo el mundo la pureza de su fe y ante ellos no habrá más que duda y poder; entonces la muerte avanzará por todo el mundo como estandarte de los tiempos nuevos.
de batalla; pero los fieles querrán defender en todo el mundo la pureza de su fe y ante ellos no habrá más que duda y poder; entonces la muerte avanzará por todo el mundo como estandarte de los tiempos nuevos.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
multitudes de hombres serán excluídos de la vida humana; no tendrán
derechos, ni techo, ni pan; estarán desnudos y no tendrán más que su
cuerpo para vender; se le expulsará lejos de la torre de Babel de la
opulencia. Se agitarán como un remordimiento o una amenaza; ocuparán
regiones enteras y proliferarán: escucharán las prédicas de la venganza y
se lanzarán al asalto de las torres orgullosas; habrá llegado el tiempo
de las invasiones bárbaras.
Cuando empiece el año mil que sigue al año mil,
El hombre habrá entrado en el laberinto oscuro; tendrá miedo y cerrará
los ojos, pues ya no sabrá ver; desconfiará de todo y temerá a cada
paso, pero será empujado hacia delante y
no le será permitido detenerse. La voz de Casandra será, sin embargo, potente y clara. Pero él no la oirá pues querrá poseer más cada día y su cabeza se habrá perdido en las fantasías; los que serán sus maestros le engañarán y no tendrá más que malos consejeros.
no le será permitido detenerse. La voz de Casandra será, sin embargo, potente y clara. Pero él no la oirá pues querrá poseer más cada día y su cabeza se habrá perdido en las fantasías; los que serán sus maestros le engañarán y no tendrá más que malos consejeros.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
los hombres por fin habrán abierto sus ojos; ya no estarán encerrados
en sus cabezas o en sus ciudades; se verán y se oirán de un lado a otro
de la tierra; sabrán que lo que golpea a uno hiere al otro. Los hombres
formarán un cuerpo único del que cada uno será una parte ínfima, y
juntos construirán el corazón, y habrá una lengua que será hablada por
todos y nacerá así, por fin, el gran humano.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
el hombre habrá conquistado el cielo; creará estrellas en el gran mar
azul sombrío y navegará en esa nave brillante, nuevo Ulises, compañero
del sol, hacia la odisea celeste. Pero también será el soberano del
agua; habrá construido grandes ciudades náuticas, que se nutrirán de las
cosechas del mar; vivirá así en todos los rincones del gran dominio y
nada le será prohibido.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
los hombres podrán penetrar en las profundidades de las aguas; su
cuerpo será nuevo y ellos serán peces, y algunos volarán más altos que
los pájaros como si la piedra no cayera. Se comunicarán entre ellos
pues su espíritu estará tan abierto que recogerá todos los mensajes, y
los sueños serán compartidos y vivirán tanto tiempo como el más viejo de
los hombres, aquel del que hablan los libros sagrados.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
el hombre conocerá el espíritu de todas las cosas, la piedra o el agua,
el cuerpo del animal o la mirada del otro; habrá penetrado los secretos
que los dioses antiguos poseían y empujará una puerta tras otra en el
laberinto de la vida nueva. Creará con la fuerza con que brota una
fuente; enseñara es saber a la multitud de los hombres, y los niños
conocerán la tierra y el cielo mejor que nadie antes que ellos. Y el
cuerpo del hombre será más grande y más hábil. Y su espíritu habrá
abarcado todas las cosas y las habrá poseído.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
el hombre ya no será el único soberano, pues la mujer empuñará el
cetro; será la gran maestra de los tiempos futuros y lo que piense lo
impondrá a los hombres; será la madre de ese año mil que sigue al año
mil. Difundirá la dulzura tierna de la madre tras los días del diablo;
será la belleza después de la fealdad de los tiempos bárbaros; el año
mil que viene después del año mil cambiará en poco tiempo; se amará y se
compartirá, se soñará y se dará vida a los sueños.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
el hombre conocerá un segundo nacimiento; el espíritu se apoderará de
las gentes, que comulgarán en fraternidad; entonces se anunciará el fin
de los tiempos bárbaros. Será el tiempo de un nuevo vigor de la fe;
después de los días negros del inicio del año mil que viene después del
año mil, empezarán los días felices; el hombre reconocerá el camino de
los hombres y la tierra será ordenada.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
los caminos irán de una punta de la tierra y del cielo a la otra; los
bosques serán de nuevo frondosos y los desiertos habrán sido irrigados;
las aguas habrán vuelto a ser puras. La tierra será un jardín; el hombre
velará sobre todo lo que vive; purificará lo que ha contaminado; así
sentirá que toda esta tierra es su hogar, y será sabio y pensará en el
mañana.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil,
todos serán como movimientos ordenados, se sabrá todo del mundo y del
propio cuerpo; se soñará con la enfermedad antes de que aparezca; todos
se curarán así mismos y a los demás. Se habrá entendido que es necesario
ayudar para mantenerse, y el hombre, después de los tiempos de cerrazón
y de avaricia, abrirá su corazón y su bolsa a los más desposeídos; se
sentirá caballero de la orden humana y así por fin un tiempo nuevo
empezará.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el
hombre habrá aprendido a dar y compartir; los días amargos de la
soledad habrán pasado; creerá de nuevo en el espíritu; y los bárbaros
habrán adquirido el derecho de ciudadanía. Pero eso vendrá después de
las guerras y los incendios; eso surgirá de los escombros ennegrecidos
de las torres de Babel. Y habrá sido necesario el puño de hierro para
que se ordene el desorden. Y para que el hombre encuentre el buen
camino.
Llegados plenamente al año mil que sigue al año mil, el
hombre sabrá que todos los seres vivos son portadores de luz y que son
criaturas que deben ser respetadas; habrá construido las ciudades nuevas
en el cielo, sobre la tierra y sobre el mar. Conservará en la memoria
lo que fue y sabrá leer lo que será; ya no tendrá miedo de su propia
muerte, pues en su vida habrá
vivido muchas vidas y sabrá que la luz nunca se apagará.
vivido muchas vidas y sabrá que la luz nunca se apagará.
TOMADO DE: http://matrix31-laquintacolumna.blogspot.mx
FUENTE: http://www.mundodesconocido.es
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